miércoles, 23 de diciembre de 2015

FERIA Y FIESTAS DE AZUAGA EN LA ANTIGÜEDAD


 

No quería dejar que transcurriera el año jubilar sin implicarme  en esta importante efeméride. Y en ello estaba, cuando el amigo Manolo Martínez Gala me sorprende con un regalo, el magnífico libro de don Vicente Sánchez Ramos “Stmo. Cristo del Humilladero de Azuaga. 400 años de sentimiento popular (1615-2015)”, presentado el 6 de diciembre último.

Felicitamos a don Vicente por esta importante aportación en pro de la cultura popular azuagueña, esperando que su esfuerzo sirva de ejemplo para otros interesados por el desprendido afán investigador de la intrahistoria. También le agrademos este regalo navideño, que leeremos con avidez.

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            (Fotografía tomada de la obra de don Vicente, pág. 81)_____________

Azuaga, como pueblo prestigioso dentro del contexto de la antigua Provincia de León de la Orden de Santiago en Extremadura, nunca tuvo una feria o mercado destacable durante el Antiguo Régimen (desde el reinado de los Reyes Católico hasta la muerte en 1833 de Fernando VII), especialmente si tomamos como referencia la importante feria comarcal de Guaditoca (Guadalcanal), celebrada durante la Pascua de Pentecostés en los alrededores de la ermita de su nombre (Maldonado Fernández, M. “La feria de Guaditoca”, en Actas de Congreso Internacional 550 Feria de San Miguel, Zafra, 2004), y las de San Juan y San Miguel, estas dos últimas celebradas en Zafra, centro administrativo del vecino territorio del señorío y ducado de Feria.

No existieron por estos alrededores otros eventos feriales destacables distintos a los citados. Aquí en Azuaga se celebraba desde principios del XVII algo parecido a una feria, sin autorización real expresa, durante los días festivos señalados en honor del Santísimo Cristo del Humilladero, que desde la segunda década del XVII se conmemoraba el 16 de junio de cada año, fecha del primero de los milagros de tan santa imagen. Desde entonces, en dicho día tenía lugar un importante mercado, destinando el cabildo concejil las alcabalas recaudadas por las distintas transacciones comerciales para fomentar el culto al Santísimo Cristo, o para colaborar en las continuas obras de remodelación y ampliación de la fábrica de su significativo templo.

Esta costumbre ancestral, de la que los capitulares de 1776 manifestaban desconocer su origen, fue entonces contestada enérgicamente por uno de los regidores, don Juan Perozo, en la sesión capitular convocada para el 15 de junio del citado año (Archivo Municipal de Azuaga, Sec. Actas Capitulares, leg 35, fotograma 801 de la edición digital). Se quejaba el tal Perozo de que el mayordomo del Santísimo Cristo del Humilladero cobrara las citadas alcabalas, costumbre que redundaba en perjuicio de los contribuyentes, que debían compensarla aportando mayor cantidad de impuestos. Tuvo como respuesta la negativa del resto de los capitulares, manifestando que la costumbre se seguía:

…atendiendo a la antigua posesión en que dicho Divino Señor se halla, ygnorando la razón o motivo que a este vecindario asistió para zeder este derecho a favor de su favor, e igualmente (desconocían) por qué tiempo fue dicha zesión para cuya execución se promete se celebraría cabildo avierto, el que para su rebocación es indispensable individual instrucción para resolver, máxime quando la instancia no viene documentada...

Por ello, en contra de la airada y aislada pretensión del regidor Perozo, los otros ediles acordaron:

…que en calidad de por ahora, y hasta la ventilación deste particular, subsista dicho maiordomo en la posesión que se halla de cobrar dicha alcavala y, más bien informados dichos señores, resolverán o consultarán a tribunales competentes la duda que se les ofrezca, documentándola en forma…

Con independencia del asunto alcabalatorio, coincidiendo con los días festivos señalados en honor del Santísimo Cristo solían celebrarse ciertos festejos taurinos, generalmente reducidos a la suelta y encierro de reses bravas, aunque en algunas ocasiones, cuando se trataba de hacer caja con alguna finalidad, se acostumbraba a lidiar alguna res al estilo de la época. La primera noticias que hemos recogido al respecto la encontramos en el acta de la sesión capitular correspondiente al 11 de junio de 1620 (leg. 5 fot. 62 de la edición digital), en cuyo desarrollo los capitulares tomaron el acuerdo de que, para regocijo de la villa y sus vecinos, se lidien toros el sábado venidero (…) con cargo a los bienes del concejo, que montará las barreras…

        Estos festejos en honor del Santísimo Cristo fueron habituales durante el XVII. Así, como ejemplo más explícito, en la sesión capitular del 12 de junio de 1672 (leg.9, fot. 465), los capitulares abordaron el asunto de la fiesta en honor del Santísimo Cristo, acordando celebrarla con corridas de toros, danzas y comedias:

…que por quanto esta villa y sus vecinos celebran la fiesta del Santo Cristo del umilladero della con toros, danças y comedias para honrra y gloria de Dios Ntro. Sr., y en continuación de lo que esta villa acostumbra pasar  de limosna de hacer las barreras y dar sogas para ello, asistiéndole el alguacil mayor de la villa, a quien se le da comisión en forma para que pueda sacar de qualesquier vecino la madera necesaria y para que ajuste con los alarifes y personas que las an de hacer (…) y para que se despache mandamiento para los vaqueros en la manera que se acostumbra , y se les da licencia para que por seis días tener las vacadas en las dehesas viexa y nueva y coto de Matachel (…) y atento que en algunas ocasiones se an desgraciado algunas reses por los malos tratamientos así en la plaça como en los campos y daños en sementeras de los ganados que salen de los encierros, acuerda esta villa que lo uno y lo otro se pague y satisfaga de sus vienes y rentas (…) y porque don Alonso Damián, vecino de la villa de Guadalcanal da para dicha fiesta seis capones y cabestros para encerrar a los dichos toros, esta villa le da licencia para que entre con su ganado vacuno en el término desta villa…

Aparte de la festividad del Santísimo Cristo, esporádicamente existían otras celebradas con festejos taurinos. Así, hemos localizado corridas en las funciones  dedicada en honor de la Virgen del Carmen, de Ntra. Sra. de la Merced, de las Ánimas Benditas del Purgatorio o de la Santa Cruz. Por ejemplo, según refiere Vicente Sánchez Ramos (op. cit. pág. 70), en el cabildo celebrado el 4 de mayo de 1640 (leg. 6, fot. 60), los oficiales allí presente:

…dijeron que por quanto  esta villa y sus vecinos siempre an tenido particular devoción a la fiesta de la Santa Cruz deste presente mes que es quando cae su celebración (…) y porque Fernando de Caja Paniagua, natural desta villa de su voluntad (…) da un toro para la obra de la yglesia del santísimo cristo del humilladero que está en su hermita extramuros desta villa, para que su divina magestad dé lo que más convenga a esta dicha villa, como después lo a mostrado con grandiosos milagros que a hecho; y porque no es justo se pierda tan buena obra antes para que vayan en aumento como es razón, acordaron y mandaron que aya en esta villa fiesta de regoçijos de toros el lunes venidero que se contarán siete deste dicho mes y año, los quales se an de correr en la plaça vieja desta villa, para lo qual se hagan a costa del concejo las barreras y andamios que fueren menester para los oficiales deste ayuntamiento y demás personas de obligación y en esto se gaste lo necesario; y se traygan los capones, bacas y ganado bravío que fueren menester para el encierro de dicho toro y fiesta…

        También con fines recaudatorios se celebró otro festejo taurino en  honor de Ntra. Sra. de la Merced, redentora de cautivos, donando los vecinos un toro para lidiarlo el 9 de agosto inmediato, comprometiendo las ganancias y limosnas recogidas con la finalidad de confeccionar un vestido para la citada imagen. Con este objetivo, los promotores se personaron en el cabildo convocado el 3 de agosto de 1670, donde, tras argumentar su petición, los capitulares allí reunidos acordando colaborar con el montaje de las barreras en los sitios acostumbrados (leg. 9, fot. 195).

Días después, en la sesión celebrada el 16 de septiembre de 1670 (leg. 9, fot. 202) se presentaron varios mozos pidiendo autorización para correr un toro el día 20 de dicho mes, destinando la venta de su carne en beneficio de la obra pía de las Ánimas Benditas. También solicitaron que el concejo levantara las barreras y andamios (gradas) a su costa, así como que dispusiese las medidas oportunas para que el vaquero del concejo acudiera al encierro con el ganado bravío de la vacada concejil.

Los Borbón de la dinastía reinante en la España del XVIII no llegaron a entender el arraigo popular de los festejos taurinos, dificultando en lo que pudieron sus manifestaciones, sin llegar a prohibirlas totalmente. Esta circunstancia tuvo repercusión en Azuaga, donde los festejos taurinos cada vez eran menos frecuentes. Así, hasta 1729 no hemos encontrado recogido en las actas capitulares la celebración de un evento de esta naturaleza. En concreto, nos referimos al cabido celebrado el 3 de septiembre de 1729 (leg. 23, fot. 544), dónde se personaron varios mozos pertenecientes a la cofradía de las Ánimas Benditas del Purgatorio, pidiendo licencia para celebrar los días 15 y 16 de mes en curso dos corridas de toros en beneficio de la citada cofradía, en este caso destinando la limosna recogida para pagar parte del recién estrenado retablo. El cabildo accedió a los solicitado, colaborando con la instalación de las barreras precisas en la plaza vieja y calle aledaña, así como dando las órdenes precisas para traer de la vacada del concejo los capones, bacas y ganado bravío que fueren menester para los encierros.

En el acta de la sesión celebrada el 10 de junio de 1745 (leg. 32, fot. 117) se recoge información sobre otro espectáculo de esta naturaleza, dando licencia al mayordomo de la cofradía del Santísimo Cristo para celebrar corridas de toros en sus inmediatas fiestas, cuyos beneficios se destinarían para los festejos de la sagrada imagen, habilitando con barreras la calle Llana y nombrando la comisión de festejos correspondiente.

Ya durante el nuevo régimen (a partir de la muerte de Fernando VII en 1833), las ferias adquirieron un extraordinario desarrollo en el contexto nacional, celebrándose con el imprescindible requisito de la autorización real. Y éste fue el caso de Azuaga, que la obtuvo en 1842, aunque por ahora no hemos podido acceder al documento que acredite tal privilegio. Sobre este particular, en el Libro de Actas Capitulares de 1842, en concreto la que recoge el pleno celebrado el 3 de septiembre del citado año (leg. 40, fot. 119), en el punto primero del orden del día se dio cuenta de la disposición tomada por S. A., el Regente del Reino (el general Espartero, duque de la Victoria, regente del reino durante parte de la minoría de edad de Isabel II), autorizando a la villa de Azuaga a celebrar feria los días 6, 7 y 8 de septiembre de cada año.

        La noticia fue recogida en la prensa de la época. En concreto, el Eco del Comercio, diario de Madrid, en su edición del 28 de Agosto de 1842 insertó la siguiente nota informativa:

Por resolución de 25 del corriente ha tenido é bien S. A. el regente del reino conceder a la villa de Azuaga, provincia de Badajoz, el permiso de celebrar una feria anual en los días 6, 7 y 8 del mes de setiembre.

        En años sucesivos, según hemos podido recoger del BOP de Badajoz, se publicitaba la feria azuagueña con anuncios como éste de 1844:

En los días 6, 7 y 8 de septiembre próximo se celebra en esta villa una feria libre de alcabalas y derechos. La población ofrece a los concurrentes toda clase de comodidades, buenas posadas y comestibles; y para los ganados de todas clases hay agua suficiente y pastos abundantes Y salidas en sus ventas por la situación del pueblo limítrofe a las Andalucías.
Lo que se anuncia al público para su conocimiento.
Azuaga, 11 de Agosto de 1844.
El presidente del Ayuntamiento, Francisco Ayala y Lobo.
Juan José Izquierdo, secretario.
 

Desde finales del XIX encontramos en la prensa de la época frecuentes referencias sobre la feria azuagueña, que confirman su celebración anual con normalidad. Por lo contrario, escasas son las alusiones recogidas en las actas capitulares, seguramente porque estas cuestiones se consideraban de menor importancia. No obstante, en la sesión de cabildo correspondiente al 4 de junio del 1893 (leg. 50, fot. 638) encontramos una de las pocas alusiones; se refiere a la organización del evento, acordando los ediles que las cantinas feriales no se situasen en la calle de la Merced, sino en la feria:

…o sea, en la Plaza del Cristo, o en otras casas a la salida de la calle de las Carrera o la Macarena (…) y que no se permita establecer en la vía pública durante la feria cantinas o puestos para la venta de bebidas alcohólicas; y que las buñolerías, tiendas de juguetes, dulces y demás puestos de feria se establezcan en el sitio en que se celebra esta, o sea, en la plaza del Cristo, como viene siendo desde tiempo inmemorial…

Si nos dejamos guiar por los cronistas de la época, lo menos lucido de la feria eran los festejos taurinos celebrados en el coso levantado a finales del XIX. De la página www.azuaga.es/portal/?D=36  recogemos lo que sigue:

A finales del XIX se construyó en Azuaga una plaza de toros que sustituía a una existente en la zona de "Fundición"; como estaba ejecutada a base de madera y de forma provisional se realizó ésta, a la que ahora nos referimos, excavada en un promontorio. Según apunta José A. Torquemada Daza en un trabajo de investigación sobre el ferrocarril en Azuaga, que recoge la revista Feria y fiestas Azuaga 99, existió cierta relación entre la construcción de la plaza de toros y la línea de ferrocarril…

Añadimos, que dicha línea se trazó para satisfacer la demanda de la importante cuenca minera de la zona, dándole salida al mineral, y a la significativa metalurgia en ella asentada, hasta Sevilla y los puertos de mar andaluces. Dentro de esta cuenca se localiza Azuaga, como el núcleo más importante de la zona extremeña, circunstancia que propició un importante incremento vecinal y la consecuente construcción de viviendas y ampliación del casco urbano, rotulándose en 1894 las nuevas calles Rey Don Pedro, Hernán Cortés,  Bailén, Espronceda, Colón, Muñoz Torrero, Pizarro, Pelayo, Cervantes y prolongaciones[1].  

Según la página web citada, la plaza de toros se inauguró en mayo de 1894, lidiando el matador Emilio Torres Reina (Bombita) el lote correspondiente, según hemos recogido de la prensa de la época, pues sobre este particular también existe un casi absoluto silencio en las actas capitulares. Así, en el Heraldo de Madrid, edición del  5 de abril 1894 aparece una sucinta nota informativa al respecto: Está terminándose en Azuaga la construcción de una plaza de toros, que inaugurará el diestro Bombita, matando reses de Benjumea, el día 3 del próximo Mayo.

Sin embargo, aunque el asunto no tenga mayor importancia, algo no cuadra en esta información. Entendemos, a la vista de la documentación consultada, que la plaza, seguramente aún por terminar, se estrenó un año antes, como se deduce de la escueta información recogida de la sesión capitular celebrada el 4 de junio de 1893 (leg. 50, fot. 642). Textualmente:

Se dio cuenta del bando publicado por el Sr. Alcalde, reglamentando el buen orden en las funciones de toros de esta villa, y el Ayuntamiento le prestó su unánime aprobación.

        La prensa de la época así lo confirma.  En la revista El Toreo, edición del 2 de mayo de 1893, se anunciaba: Mañana tendrá lugar la inauguración de la nueva plaza de Azuaga con una corrida de novillos, en la que estoqueará Manuel Calleja (Colorín). La otra importante revista taurina de la época, El Enano (edición del primero de mayo de 1893), corrobora la noticia anterior: Mañana inaugurará la plaza de Azuaga el diestro Manuel Calleja (Colorín).

        En cualquier caso, la plaza de toros azuagueña fue testigo de numerosos festejos taurinos, hasta su decaimiento en las postrimerías de la tristísima Guerra Civil, que entró en franca decadencia.


Sobre los festejos taurinos celebrados a principios del siglo XX, encontramos reiteradas noticias consultando la prensa de la época.  Así, de la revista especializada La Fiesta Nacional, en su edición del 19 de julio, recogemos la siguiente crónica taurina:

Azuaga, 29 de junio de 1907.
Con  un lleno completo se lidiaron en esta plaza tres novillos-toros de ganadería anónima por los diestros Manuel García (Redondo) y el negro Pedro Pérez (Facultades).
El ganado: en cuanto a la bravura delataron la economía de la empresa pues los tres fueron mansos.
Redondo, ni con el capote, ni con la muleta, ni con el pincho pudo este diestro agradar, pues a su primero después de una faena desastrosa y varios pinchazos a la media vuelta al escuchar el tercer aviso lo descabelló desde un burladero entre la protesta del público, y su segundo a petición general lo mató Facultades
Facultades al segundo de la tarde lo pasaportó después de una breve faena de muleta de tres medias en su sitio y una entera; del segundo se deshizo de dos pinchazos y una media en los mismos rubios.

Las corridas de toros no fueron precisamente lo más destacado de la feria, dado el escaso oficio de los toreros que solían contratarse. Como muestra, lean la crónica que el corresponsal local insertó en La Región Extremeña, edición del jueves 15 de septiembre de 1910:
 

La feria de 1914 fue bastante accidentada. En La Región Extremeña, edición del 18 de agosto de 1914, aparece el informe que el alcalde azuagueño dirigido al Sr. Gobernador, relatando los hechos acontecidos:


 

Según El Correo de la Mañana, edición del 11 de  1915, menos accidentada resultó la feria de dicho año, que se celebró siguiendo el siguiente programa:
 


        Y bajo esta tónica discurrieron los festejos feriales azuagueños hasta la Guerra Civil, destacando la aparición de dos importantes artistas locales en los prolegómenos de tan triste acontecimiento bélico, el más desafortunado de la trascendental Historia de España. Nos referimos a diestra local, Angelita Álamo, y al dúo de cantaores, hermanos Alejandre, Niños de Azuaga.

La primera y única noticia recogida sobre Angelita la encontramos en El Radical, edición del 26 de junio de 1934:


        Los Niños de Azuaga eran asiduos participantes en los más importantes festivales de la zona, detectando su presencia en las ferias de Azuaga, Almendralejos, Llerena, Mérida, Zafra…

 




[1] En la sesión capitular del 5 de abril de 1891(Leg.  fot.151) trataron sobre las próximas elecciones municipales, distribuyendo el pueblo en los tres distritos habituales. A saber:
-      El primero: plaza del Cristo, San Isidro, del Robledo, Humilladero, Carrera, Méndez Núñez, Extramuros, Sol, Recreo, San Gil, Lepanto, Santana, y Egido;
-      El segundo: La Merced, Cerro Alto, Cerro Bajo, Jabonería, Llana, Espirilla, Calleja de Ponce, Juan Ortiz, Nueva, Naranjos, Pilar, Barrito, Bonete, Fuentes, Mesones, Rastro, Sevilla, Coriana, y Cardenchosa.
-      Tercer distrito: Santiago, Ventilla, Cuatro Esquinas, Trajano, Laguna, Alconchel, San Blas, Iglesia, Carmen, Pizarra, Viriato, Retamalejo, San Pedro, Cañuelo, Larga, Pozo Santo, Córdoba y Olleros.

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