Nos referimos a una extraordinaria obra de arte de finales
del XVI, en cuyo diseño y fabricación intervinieron artífices sevillanos y extremeños
tan importantes como Juan de Oviedo, Juan Bautista Vázquez el Joven, Andrés
Ocampos, Cristóbal Gutiérrez, Luis Hernández, Blas Martín, Vicente Perea… Su
complejidad y elevado costo a cargo de las arcas concejiles, prolongaron
su conclusión hasta 1615, según narra RAMÓN HERNÁNDEZ NIEVES (“El
desaparecido retablo mayor de Nuestra Señora de Consolación de Azuaga”), cuyas
primeras páginas fotografiamos a continuación:
Pues bien, esta extraordinaria obra de arte fue pasto de las
llamas en un incendio acaecido el 7 de agosto de 1888, triste suceso del que no
hemos podido recoger información en las actas capitulares, silenciando el
cabildo concejil cualquier referencia sobre el hecho. No obstante, en la prensa
de la época sí hemos encontrado referencia al respecto, especialmente en
aquella que se definía como anticlerical y republicana, como Las Dominicales del Libre Pensamiento,
semanario muy arraigado en la Azuaga de la época, y en El Motín, semanario satírico y anticlerical por excelencia.
En efecto, en el semanario Las Dominicales del Librepensamiento, edición del 20 de septiembre
de 1888, su corresponsal en Azuaga,
Rafael Romero Naranjo, en carta dirigida a Ramón Chiés, uno de sus fundadores, narraba
así los hechos:
“EL FUEGO QUE PUEDE MÁS QUE LOS
SANTOS”
Azuaga, 7 de septiembre de 1888
Sr. Ramón Chiés:
Muy señor mío: Le escribo ésta con el
objeto de poner en conocimiento
de usted una noticia oportuna.
El día 7 de Agosto del año actual se
incendió, a las nueve de la noche la iglesia de esta villa de una manera tan
inesperada y con tal vigor, que causaba terror el ver el santo templo arder y
en medio de aquellas terribles llamas los santos y santas. Ardía nuestro Padre
Jesús Nazareno y otros de su familia que le acompañaban
Conmovidos los pobres de espíritu que se
hallaban en la multitud, se arrojan al fuego para cortarlo, mientras los de la
sotana clamaban a Dios llenos de santa fe, sin acertar a saber cómo consentía
semejante catástrofe en su casa, y sin otro remedio se consolaban pensando que
sería voluntad de la Divina Providencia.
Sin embargo, los pobres de espíritu con
la ayuda de Dios, cortaron el fuego,
pero sin haber podido salvar Nuestro Padre Jesús, a San Juan Evangelista y a
la Virgen Magdalena, otra que no era Magdalena, ni a unos pocos de
ángeles que se hallaban entre ello.
Todos perecieron entre aquellas terribles
llamas, quedando reducidos a santas y frías cenizas. La causa de arder los
santos y el haberse incendiado el retablo en qué estaban colocados.
Unas cortinas que, se hallaban, próximas
al fuego no ardieron, porque estaban algo reservadas por unas columnas de
madera del mismo retablo, que hasta entonces no se habían quemado por completo.
Afirman los beatos que es milagro; yo les he contestado que si arrimo un tizón
a las telas, no las salva ni el que hizo el Mundo de la nada.
Queda de usted su
atento y seguro servidor, que lo felicita,
Rafael Romero Naranjo.
El
semanario Las Dominicales del Libre Pensamiento, de tanto
arraigo y seguimiento en la Azuaga librepensadora de la época, comenzó a
publicarse en Madrid, en 1883, siendo Ramón
Chíes y Fernando Lozano Montes (Demófilo) sus fundadores. Por lo que hemos podido detectar,
tuvo una buena acogida entre la mayor parte de la industriosa y proletaria
vecindad de Azuaga de las últimas décadas del XIX y primera del XX, pueblo que el
semanario presentaba como ejemplar baluarte del librepensamiento de la región.
De tendencia claramente republicana, radical, anticlerical, anticaciquil,
anticapitalista y librepensadora, sufrió numerosas denuncias y secuestros en su
corta historia, logrando sobrevivir hasta el 15 de julio de 1900, fecha de
edición del último ejemplar de su primera etapa, donde se explicaban las
razones por las que dejaba de publicarse: los reiterados secuestros sufridos
por parte de la autoridad, amén de los numerosos pleitos en los que el
semanario y sus redactores se veían envuelto. No obstante, unos meses después, impulsado
por Fernando Lozano (Demófilo), en febrero de 1901 resurgió, ahora bajo
el rótulo Las Dominicales. Semanario librepensador.
Desde el primer número, la cabecera del semanario aparecía custodiada por
una sucesión de máximas que reflejan el popurrí ideológico que animaba a sus anticlericales,
masones y republicanos redactores:
-
«No mates, no hurtes, no mientas, no
prevariques, honra a tus padres; en suma, cumple la ley de Dios, amándole y
sirviéndole.» Moisés.
-
«La fuente de la vida es la ciencia. En
caso de duda, el juez supremo es la conciencia.» Manú.
-
«Conócete a ti mismo.» Sócrates.
-
«Trabaja para extirpar el mal. Embellece
la tierra cubriéndola de vegetales y animales útiles.» Zoroastro.
-
«Todos los humanos son iguales. No hay
otra diferencia entre ellos que las virtudes que poseen.» Buda.
-
«Amaos los unos a los otros. Sed perfectos
como nuestro Padre que está en los cielos.» Jesús.
-
«La piedad no consiste en volver el rostro
hacia Levante o al Poniente. Piadoso es el que socorre a los huérfanos, a los
pobres, rescata los cautivos, observa la oración, da limosna, es paciente en la
adversidad. El que es justo y teme a Dios clemente y misericordioso.» Mahoma.
-
«El paisano que labra, la mujer que
arregla su casa, el magistrado que desempeña sus funciones, el obrero que
trabaja, hacen una obra tan santa como el monje que ora y ayuna.» Lutero.
-
«Desde la India hasta la Francia el sol no
ve más que una familia inmensa que debía regirse por las leyes del amor.
Mortales, todos sois hermanos.» Voltaire.
-
«Haz el bien por el bien. No emplees jamás
la humanidad como un simple medio... Respétala como un fin.» Kant.
-
«El hombre debe realizar bajo Dios la
armonía de la Naturaleza y el Espíritu en forma de voluntad racional y por el
puro bien.» Krause.
- «Que la Verdad ostente todos sus esplendores en la tierra; que se desplomen los templos y caigan hechos polvo los tronos, y se sotierren bajo el fango los adoradores del vellocino de oro si se interponen en su camino. ¡Paso; paso a la Verdad divina!». El Espíritu del siglo.
- «Que la Verdad ostente todos sus esplendores en la tierra; que se desplomen los templos y caigan hechos polvo los tronos, y se sotierren bajo el fango los adoradores del vellocino de oro si se interponen en su camino. ¡Paso; paso a la Verdad divina!». El Espíritu del siglo.
Como
ya adelantamos, Las Dominicales
tenía en Azuaga un gran seguimiento, donde disponía de corresponsal propio, que
informaba al resto de España de los principales acontecimiento de esta minera e
industriosa zona de Azuaga. Así, en la edición correspondiente al 7 de junio de
1907, no se ahorran elogios algunos para destacar la fuerte implantación del
librepensamiento entre los naturales de Azuaga, destacando la apostasía religiosa
de una buena parte de sus vecinos:
“En honor de Azuaga”
Azuaga, sin duda es el pueblo que más
actos civiles de todas clases ha efectuado, a excepción de San Vicente de
Alcántara.
En Azuaga se verificó el entierro de un
ingeniero de minas, francés, cuyo entierro fue protestante, asistiendo dos
pastores de esta religión, simpatizando con dicho acto, no tan sólo la mayoría
del vecindario, sino también las propias autoridades que asistieron a él.
En Azuaga tuvo lugar el 17 de Febrero
pasado el entierro civil del que fue corresponsal de LAS DOMINICALES, El Motín y La Conciencia Libre, concejal del 73 y miembro varias veces de la
Junta Municipal Republicana, D. Pedro Molina Sánchez.
A Azuaga le cupo la honra de haber
Iniciado y contribuido a la dotación de una imprenta propia, al semanario La Conciencia Libre.
En Azuaga, a principios de Febrero pasado,
varios librepensadores, y entre ellos la esposa del ya difunto D. Pedro Molina
Sánchez, remitieron un certificado al señor juez de esta localidad, declarando
separarse totalmente de las pragmáticas de la religión católica y acogiéndose
en un todo a las leyes civiles.
En
Azuaga, bastantes librepensadores tienen en el Centro Republicano un libro
talonario al estilo del que hay en San Vicente de Alcántara, en el cual firman
formalmente su emancipación total da la iglesia, siendo ya muchos los talones
extendidos, no obstante estar funcionando hace veinte días.
Y por último, los librepensadores de Azuaga han contribuido, aunque humildemente,
con su óbolo, a cuantas suscripciones se iniciaron para los monumentos de
García Vao, Chíes, etc.
Parecidos
elogios hemos podido recoger en la edición correspondiente al 14 de junio de
1907, resaltando el compromiso de los azuagueños y criticando el caciquismo y
conservadurismos instaurados en pueblos como Zafra y Llerena, calificando a sus
naturales de “carlistones”:
“A nuestros correligionarios de Azuaga”.
Amigos
míos queridos: No me engañaron los que me dijeron que los caciques de aquellos
pueblos de la provincia de Badajoz que lindan con los de la provincia de
Córdoba, me esperaban con las armas en la mano.
Vosotros
me contestáis diciendo que no y aduciendo como razones que a los caciques los
habéis vencido, y que después de San Vicente sois el primer pueblo
librepensador de España.
Me ha
conmovido la noticia, pero me maravilla que no conozcáis a los de Zafra. Me
habló de vosotros nuestro amigo querido don José, abogado y consultor legal de
minas, domiciliado en Madrid, Puente de Vallecas, en donde es concejal
republicano, y actualmente residente en la estación de Berlanga.
Me
dijo que los de Berlanga, de Azuaga y de La Granja de Torrehermosa, estaban
bastante bien organizados, pero que los de Llerena eran casi todos
reaccionarios, neos y carlistones, y que en Zafra y Llerena hubiera sido
recibido muy mal por parte de los caciques, y que en Azuaga o Berlanga hubiera
podido sufrir algún disgusto, lo mismo que en La Granja de Torrehermosa…
Siguen los elogios
en la edición del 12 de julio de 1907, según el siguiente texto:
Hora es ya de que rindamos justo y debido homenaje
al segundo pueblo librepensador de Extremadura. Lo sería tanto, cuanto San
Vicente de Alcántara, de su misma provincia, si como en aquel pueblo valiente
hubiera un sólo jefe cuyas órdenes acataran todos. En Azuaga el elemento intelectual
republicano y librepensador es mucho, y no hay una figura verdaderamente sobresaliente
que se ponga al frente de todos y se haga cargo del movimiento. Son todos igualmente
buenos, igualmente entusiastas, igualmente desinteresados e igualmente
valientes como igualmente modestos.
Volviendo al asunto principal, el del incendio del
retablo, insertamos a continuación la crónica de El Motín, un
semanario satírico, republicano y anticlerical publicado entre 1881 y 1926. Tenía
como principio criticar la política conservadora, defender al partido
republicano y luchar contra el poder del clero, recurriendo con frecuencia a la
caricaturas y la sátira. Buena prueba de
ello lo encontramos en su comentario sobre el incendio del retablo azuagueño, publicado
en la edición correspondiente al 28 de agosto de 1888:
Me
lo notificaron a raíz del suceso, y no quise creerlo. Me confirmaron después la
noticia, y dudé. Después me lo han afirmado, y aún sigo dudando. ¿Será posible que aquel magnífico retablo
que albergaba entre tantos primores de carpintería fina a San Juan Evangelista,
a nuestro padre Jesús y a la Virgen de la Soledad, haya sido pasto de las
llamas?
Increíble
me parece; mas todos aseguran que es cierto, y hay que rendirse a la evidencia.
¿Qué opinarán las devotas que contaban sus cuitas a las sagradas imágenes, les
pedían consejos que ellas prudentemente se abstenían de dar, y las colmaban de
obsequios? ¿Qué dirán las que costearon y elaboraron al divino maestro aquel
uniforme cuajado de galones, que daba gloria verle? ¿Qué las que sufragaban continuamente
los triduos, octavas, novenas y demás ejercicios piadosos que se celebraban a
diario? Y, sobre todo, ¿qué dirá el cura viendo carbonizadas aquellas efigies?
Triste
cosa es pensarlo; pero esos percances entibian lastimosamente la fe. ¿Quién
confiará en adelante sus asuntos a santos que no saben o no quieren librarse de
los incendios? ¿Quién les llevará ofrendas para que sirvan de combustible el
mejor día?
¡Llora,
desventurado párroco, llora! Comprendo tu dolor y lo respeto. Ni las más
sentidas quejas que exhales, ni las mismas lamentaciones de Jeremías que
dirijas a tus feligreses, serán capaces de ablandarles y hacer que contribuyan
para sustituir con otras las imágenes achicharradas. Han perdido la fe, y
aunque de tu bolsillo costeases unos santos sustitutos, capaces serían de
ponerlos a prueba de fuego, para tener la certeza de que no cifraban su amor y
su devoción en cosas perecederas
¡Cuán
diversos efectos hubieran surtido esas llamas, si en vez de cebarse en tan
venerando retablo, lo hubieran hecho en la redacción de EL MOTÍN! Entonces sí que
se hubieran convencido las almas piadosas de que Dios castiga a los impíos, y,
llenas de fervor, hubieran acudido con cuantiosos donativos para solemnizar con
un Te Deum el justo castigo de
este periódico.
Mas,
¡ay!, los altos designios de la Providencia han querido que arda la iglesia y
no este antro de perversión, y ahora estos impíos dirán, como de costumbre, que
se ha incendiado la iglesia de Azuaga, ardiendo completamente el retablo y las imágenes
de Cristo, la Virgen y San Juan Bautista, mientras su redacción continúa sin novedad.
Sarcasmo impío que hiela la sangre en las venas, y que da clara idea de que la
sociedad camina... al perfeccionamiento.
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