domingo, 14 de febrero de 2016

AZUAGA EN 1913


 
En el periódico El Liberal[1], en su edición de 28 de agosto de 1913 y en la sección Vida en Provincias, un desconocido cronista (firmó su crónica, pero resulta ilegible) nos dejó una impronta sobre Azuaga que, para asimilarla, es preciso contextualizarla, es decir, conocer y asumir la realidad social y económica de nuestra villa en aquellas fechas, y en las que precedieron.

 Simpatiza el cronista con el liberalismo republicano y progresista defendido en el programa del Partido Reformista (PR) que encabezaba Melquiades Álvarez, desacreditando el caciquismo que, en opinión de los representantes regionales (los granjeños Gallardo Calzadilla y Llera Eraso), había campado por sus anchas en Azuaga durante los últimos treinta años. Pues bien, la crónica a la que nos referimos decía así:

“Si el cronista tuviese necesidad de describir en todos sus detalles los encantos que atesora esta población, necesitaría mucho espacio, y aun así seguramente se escaparían a su perspicacia algunos datos de los que convencen en el ánimo del lector.

Es Azuaga una notable ciudad modernizada por completo, con magníficos edificios, calles amplias, rectas y provistas de esmerada urbanización en su pavimento. Pero, si superior es la población y sugestivo el carácter alegre, festero y cariñoso de sus habitantes, resulta pálido ante la belleza inexplicable del elemento femenino, cuyas facciones verdaderamente árabes, su esbeltez sólo comparable a la palmera y sus ojos rasgados y negros como la noche, constituyen un plantel delicadísimo de lozanas flores, que con su aroma y su arrogancia cautivan al visitante.

Identificado por completo con los encantos de las mujeres se halla ese ambiente balsámico de aires de libertad que se respira en las calles, que en elegantes y visibles rótulos ostentan los nombres de Joaquín Costa, López de Ayala, Pi y Margall, Concepción Arenal, Canalejas, Echegaray, Blasco Ibáñez, Ramón y Cajal, Castelar, Daoiz y Velarde, etc., etc., que por acuerdo del actual Ayuntamiento han venido a sustituir a nombres anodinos y de absoluta carencia de significación, por los de personajes ilustres que se han destacado notoriamente en las artes, las armas, las ciencias, la política, etc., etc. Esta transformación ha sido recibida con general aplauso por la opinión liberal y democrática, que es el nervio de la población, frente a las inútiles apreciaciones de la insignificante tertulia del derrotado y anulado caciquismo, muerto para siempre.

Y ya que del caciquismo hablo, justo será rendir un tributo de admiración a una distinguida pléyade de jóvenes entusiastas, que gracias a sus esfuerzos y a la enérgica dirección del ilustrado abogado y jefe del partido liberal democrático, don Manuel Carrascal, lograron aniquilar por completo ese odioso germen malsano que durante veinte o treinta años vino imperando y condujo al Ayuntamiento a una desastrosa situación económica, hasta el punto de llegarse a adeudar a la Hacienda en fines del ejercicio de 1911 la enorme suma de 600.000 pesetas, y a la Diputación provincial unos 35.000 duros.

Frente a este padrón de ignominia se eleva arrogante y potente el actual Ayuntamiento honrado y digno que preside el joven propietario D. Juan Carrascal y Montero de Espinosa, y secretario don Manuel Guillen Fernández, persona ilustradísima y de envidiable competencia, encargados de regenerar el Municipio por medio de una administración verdaderamente sana y decorosa”.


“Verdad es que cuando se quiere cumplir con equidad no faltan obstáculos, pero todos se vencen aun cuando se trate de la Administración de Propiedades e Impuestos, encargada por lo visto de crear inconvenientes, resolviendo de una plumada 128 reclamaciones interpuestas por otros tantos contribuyentes, acudiendo a la inmediata mayoría de ellos y mermando por consecuencia los ingresos municipales en unas 30.000 pesetas.

Claro está que semejantes resoluciones no tienen razón de ser, y son tan injustificadas que un solo ejemplo (de los muchos que pueden presentarse) es suficiente para demostrar una parcialidad seguramente sistemática, y que acaso obedezca a algún fin primordial. Entre los expedientes resueltos figura el de una «pobrecita señora» cuyo capital corresponde a la friolera de 20 pares de mulas de labor, a la cual aplicó el Ayuntamiento modestamente la ínfima cuota legal en el reparto de 3.000 pesetas al año, y la citada Administración, sin comprobación de ninguna clase y nada más que por que sí o «por lo que sea» la ha rebajado a la vergonzosa cuota dé i800 pesetas!

Me parece que mayor equidad y justicia no cabe, y ante semejantes anomalías se ha visto precisado el Municipio a interponer el correspondiente recurso de alzada ante la Delegación de Hacienda de Badajoz, que por cierto (y esto tiene mucha gracia) hace cuatro meses que está regida interinamente. ¡Así anda el negocio en España!

Aparte de esta inocente presión, se da el caso laudable (y tome nota de ello la Delegación) de que el Ayuntamiento de Azuaga ha saldado en el presente año todas sus atenciones por Consumos y contingente provincial, no adeudando por consecuencia un solo céntimo de todas sus obligaciones ¿ Estamos?

Pues aún hay más, y es que el Ayuntamiento actual se propone demostrar al jefe caciquil derrotado él cómo se emplean los cuartos en lugar de adquirir deudas, y a este efecto se propone la construcción de un matadero y un cementerio, cuyos planos y estudios están ya hechos, consignándose a este fin un presupuestos de 65.281,71 pesetas y 46.698, respectivamente.

A estas notables mejoras seguirá la construcción de una plaza de abastos (hoy en estudio), así como la traída de aguas, a cuyo efecto hay entabladas gestiones con una respetable empresa particular. Debido a la perseverancia del alcalde, Sr. Carrascal, se ha logrado también llevar a la práctica las disposiciones dictadas por el Gobierno referentes a la protección de la infancia y extinción de la mendicidad, con tan buen éxito que no se ve un solo pobre por las calles, toda vez que existe a cargo de las Hermanas de los Pobres cocinas y comedores, donde se les proporciona alimentación sana y abundante. Este servicio se sostiene por subvención de 500 pesetas del Municipio y suscripción voluntaria entre el vecindario.

Y como toda Extremadura está muy mal de carreteras, Azuaga no había de ser menos, pues tan sólo cuenta con la que une la estación con la ciudad, que por cierto es del Ayuntamiento, para que no tenga que agradecer nada.

Parece ser que en Febrero se elevó por el Municipio una exposición al ministro de Fomento solicitando la inclusión en el plan de 7.000 kilómetros, la de tercer orden de Llerena a una de las Estaciones de Belmez á Peñarroya, pasando por Ahillones, Berlanga, Azuaga y Granja de Torrehermosa, por la conveniencia de poder dar salida a los grandes productos agrícolas de tan riquísima comarca. Que la concesión es de verdadera necesidad y utilidad no cabe duda, y aunque desdé luego el ministro ha de resolver en justicia, no estaría de más que el diputado del distrito se interesase siquiera un poquito de asunto tan culminante.

Con Ayuntamientos activos y decididos como el de Azuaga, periódicos como La Verdad[2], que se publica en la localidad y dirige D. Ramón Cuenca[3] con valentía y juez como D. Antonio Robledo, abogado distinguido y enérgico, se va a todas partes, se tiene en constante misa de entierro al caciquismo y sé camina rápidamente al progreso”.

 

Presentada la villa, se centra ahora el cronista en elogiar la persona de don Fernando Llera Eraso, un empresario y terrateniente de origen cordobés asentado entre Azuaga y la Granja, en cuyos términos poseía una finca de más de 4.000 hectáreas.


“Entre las diversas personas que hemos tenido el gusto de saludar en Azuaga se encuentra D. Femando Llera Eraso,  cuyo sincero carácter y agradable trato muy pronto le hizo acreedor a nuestra simpatía. La complejidad de este hombre en sus notas características de jurisconsulto, agricultor, sociólogo, publicista y político, exigen al cronista se ocupe, aunque en términos reducidos, de esos diversos matices que pronto le dan a conocer a sus interlocutores.

Como agricultor, el Sr. Llera ha sido el porta-estandarte del progreso agrícola, no sólo de la región extremeña, sino de la andaluza, donde fue el primero que aplicó en los secanos los abonos químicos y la maquinaria agrícola moderna, y como prueba de esto podemos decir que su hermosa finca de 4.000 hectáreas, titulada «Las Naveruelas», en término dé Azuaga y de la Granja de Torrehermosa, que la adquirió en estado de matorral, la ha roturado y puesto en cultivo por medio de un tren de arar al vapor, compuesto de una maquina tractora de 80 caballos y un enorme arado cuatrisurco de 4.000 kilos que rotura y descuaja, a cincuenta centímetros de profundidad, una zona de dos metros de ancha y una superficie al día de tres hectáreas.

Ha plantado doscientas fanegas de viña americana en dicha finca, donde cosecha los vinos más exquisitos de la región y unos sesenta mil eucaliptus.

Con motivo de estas mejoras introducidas en su finca (donde ha gastado algunos millones de reales) se lamenta con fundamento el Sr. Llera de que no haya en España alguna ley que le exima del inmediato aumento de la contribución territorial para incoar un expediente de exención por los terrenos roturados, ya que esto significa una mejora tan importante para el aumento de la riqueza tributaria, como la plantación de vides y árboles que disfrutan de esas leyes protectoras.

Como agricultor, además, se ha distinguido el Sr Llera, siendo congresista en los de Huelva, Granada y Jaén, donde desarrolló con gran lucidez los temas Los cereales y las leguminosas, El latifundio y la crisis agraria y El problema de la sequía, mereciendo por estos trabajos justos aplausos de la Prensa y calurosas felicitaciones del Sindicato Agrícola de Requena y de otras Cámaras profesionales.

 

 
Su libro El latifundio ha sido citado como autoridad en la materia por el señor Azcárate en uno de sus discursos pronunciados en León, y se halla también citado en una nota del libro de Economía política, de Torrents y Monner, declarado de texto de real orden.


Además de estos trabajos, como publicista y sociólogo es autor de otro libro titulado El agravio del Catastro, donde pone de relieve los defectos de la legislación catastral y los abusos cometidos por los funcionarios del ramo en las provincias de Córdoba y Jaén, donde todavía hay propietarios que, por haberse dejado pasar el plazo para reclamar contra la evaluación de la riqueza imponible de sus fincas, están pagando de cuota territorial el 40 y el 50 por 100 del total de las mismas. Este libro del Sr. Llera, del que repartió gratuitamente 1.000 ejemplares a la puerta del Congreso Internacional de Agricultores celebrado en Madrid en Mayo da 1910, produjo gran sensación en dicha Asamblea, y fue aplaudida por muchas Revistas profesionales, y en particular por El Consultor de los Ayuntamientos y Juzgados Municipales, en su número del 13 de Junio de aquel año. Como escritor agrícola, la firma del señor Llera es una de la más autorizadas de España en materia de agronomía, como lo ha demostrado en sus grandes campañas de El Progreso Agrícola y Pecuario, libertando al cultivo de secano de las utopías del sistema Solari, enseñando a los grandes agricultores las ventajas e inconvenientes del método de arar al vapor, según la clase de terrenos a que se aplique.

Y, últimamente, como político se propone regenerar el distrito de Llerena de la atónica oligarquía que viene padeciendo hace veinte años, entregado por completo a la voluntad de dos hombres (conservador y liberal) en estrecha inteligencia, sin que hayan conseguido en todo ese tiempo ninguna mejora material ni de satisfacción moral de sus habitantes, puesto que sólo se han cuidado de que, tanto en situación conservadora como liberal, fuese uno u otro el diputado elegido, y de que manden siempre en los pueblos sus paniaguados, que vienen monopolizando el poder en perjuicio de la libertad y de la moral pública.


El Sr. Llera, filiado al reformismo, del que es jefe en dicho distrito, pretende, con el aplauso general de los espíritus progresivos, de los intelectuales y de la masa neutra del mismo, romper ese contubernio, reivindicando para el pueblo la soberanía detentada por los caciques. Con las excepcionales condiciones del Sr. Llera, y lo necesitada que está la región de hombres de la intelectualidad, energías y nobleza como el que nos ocupa, es seguro predecir su triunfo, aunque las huestes caciquiles se aprestasen inútilmente a combatirlo”.

 
        Por último, tampoco ahorra elogios el cronista resaltando el buen hacer de algunos de los industriales locales:

“Dos negocios importantes abarca la razón social Plácido Alejandre y Hermano, una de las primeras firmas de la plaza, cuyas actividades dedican a la banca, en la que, además de las operaciones consiguientes de giros, descuentos, negociaciones, cartas de crédito, depósitos, etc., son corresponsales de los principales Bancos y banqueros de toda la Península y parte del extranjero.

El otro negocio se refiere a su magnífica fábrica de harinas, primera, acaso, en España que reúna las excepcionales condiciones para el aseo como la de que nos ocupamos; y digo esto porque es lo corriente en todas ellas que él pavimento de las dependencias sea de madera, en ésta, por el contrario, y en sus diferentes pisos, es enlosado, con baldosines de portland, tan perfectamente cuidados que el brillo que se observa acusa una limpieza y un esmero incomparable.

Recorriendo las diferentes dependencias nos llamó también la atención la esbeltez y amplitud de todas las secciones, la organización establecida en las dependencias y el uniforme funcionamiento de los aparatos, en los que todas las transmisiones están perfectamente protegidas al efecto de evitar accidentes al personal.

El sistema empleado es el de cilindros, de la casa Bhuler Hermanos, de cuyo magnífico salón damos idea con la fotografía que ilustra estas columnas, los que movidos por potente motor a gas pobre desarrollan una producción diaria de 18.000 kilos en harinas selectas y muy estimadas en toda la Península, y muy preferentemente en Madrid, Sevilla, Barcelona y Cádiz, a cuyas plazas se aportan sin interrupción.

Tratándose de una instalación tan completa es de suponer que cuente con los aparatos secundarios, como tolvas, cedazos, limpia, etc., etc., que son indispensables, y que se hallan instalados con verdadero lujo e independencia en locales amplios y perfectamente dispuestos para el funcionamiento y comunicación directa con los cilindros.

Al frente de la misma, y en concepto de apoderado y jefe de las oficinas, figura D. Cosme García, persona inteligentísima y de excepcionales aptitudes, y como cajero D. Plácido Duran, ilustrado y competente funcionario, pariente de los propietarios

Una ramificación de las harinas es la fabricación de pan, a cuyo efecto cuentan los Sres. Alejandre y Hermano con una espléndida panificadora, compuesta de ocho hornos, maquinaria de amasadoras, preparadoras, vagonetas de transporte, etc., etc., movidas a gas pobre, en la que se elaboran 8.000 kilos diarios para el abastecimiento de la población a precios reducidos, no obstante su excelente calidad.

El incremento adquirido por esta casa en el negocio de harinas ha sido motivo de tener que montar otra nueva fábrica, idéntica a la anterior, en el pueblo del Pedroso, así como su correspondiente panificadora, al efecto de poder servir a las poblaciones limítrofes. También cuentan con grandes depósitos de harinas y almacenes de cereales en Sevilla, Cazalla y Constantina para él abastecimiento de aquellas regiones.

La Magdalena, se denomina la otra espléndida y  elegante fábrica de harinas, fundada el año de 1900 por don Francisco Alejandre Robledo y hoy propiedad de don Enrique Hernández Muñoz, industrial inteligentísimo y de una actividad pasmosa.

Como la característica de Azuaga es la limpieza, la fábrica del Sr. Hernández brilla también a tal altura, que no tiene por qué envidiar a la primera eh en clase. El funcionamiento de la casa se hace por el sistema mixto de piedras y cilindros de los más perfeccionados, movidos por un motor de 50 caballos, sistema Crosley, acusando una producción mínima de 12.000 kilos diarios. La gran reputación de esta fábrica estriba precisamente en la selecta calidad de sus harinas, como lo justifica la predilección que el público la dispensa, no solamente en esta localidad, sino en todos los limítrofes y en las provincias andaluzas, donde cuenta con fija clientela.

La panificadora que posee el Sr. Hernández es de las que llaman la atención por el lujo de aparatos mecánicos que posee y el esmero de la fabricación, pudiendo asegurarse que es una de las mejores que existen en estos contornos, como lo atestigua la fama de que goza, perfectamente demostrado con el agotamiento de su importante elaboración diaria. Digno de elogio es este fabricante, que a su inteligencia y esfuerzos naturales ha conseguido una sólida reputación”.

 

Hasta aquí la amable crónica del Liberal, periódico cuya línea ideológica se identificaba con  liberalismo republicano y progresista, con clara animadversión hacia el caciquismo. Pero ¿a qué caciques azuagueños se refería? Seguramente  a aquellos que desde el Ayuntamiento manejaron en 1888 el pueblo a su antojo y conveniencia, bloqueando la celebración de los plenos con la clara intención de ocultar ciertas prácticas administrativas ilegales, como la extraordinaria deuda concejil. Sobre este particular, aparte de airados debates en el hemiciclo de las Cortes, precisamente en el diario El Liberal, en su edición del 13 de mayo de 1889, se insertaba la siguiente crónica:

“Hay un pueblo en la provincia de Badajos, Azuaga, donde parece que el caciquismo ha alcanzado, no me atrevo a decir mayor desarrollo que en otras partes, y en el que, aburridos sus vecino de soportar las consecuencias del mismo, constituyen una Sociedad de labradores, cuyo lema es Administración y justician sin color político.   Pues bien, llegó la última elección, dan la batalla a los caciquee y triunfan en toda la línea, sacando los ocho concejales, con los cuales quedaba el Ayuntamiento constituido con ocho partidarios de la Sociedad de labradores y ocho de los caciques; pero éstos, valiéndose de no sé qué recursos, se arreglan de tal manera que no hay sesiones ni alcalde hace cuatro o cinco meses. Azuaga es un pueblo rico, pero cuya riqueza los concejales de la Sociedad de labradores no han logrado saber en qué consiste, pero siendo muy rico, y el señor Balseda podrá dar de esto algunas noticias, está debiendo a la Diputación provincial y a la Hacienda más de 60.000 pesetas, según certificaciones que tengo en mi poder”.


        O tal vez se referían a estos otros que con buenas dietas se presentaron en Madrid, en uno de sus mejores restaurantes, dándose un buen homenaje, según el diario la Época, en su edición del 24 de junio de 1900:

“En honor del director general de Administración local, don Eugenio Silvela, ha dado un almuerzo en el restaurant de Lhardy una comisión del pueblo de  Azuaga, perteneciente al distrito de Llerena, en la provincia de Badajoz, que ha venido a Madrid a gestionar asuntos de interés para aquel pueblo. Forman la Comisión, el alcalde de Azuaga, Sr. Rengifo, y los Sres. D. Pedro López, médico titular de la villa, D. José Hinojosa, D. Francisco de Tena, D. Patrocinio López y D. Félix Rengifo.
 
 
Valdeiglesias

Además de estos señores, asistió al almuerzo el marqués de Valdeiglesias[4]. A los postres concurrió también el distinguido abogado D. Luis Silvela y Casado[5], único individuo de la familia Silvela que en la actualidad ejerce la abogacía.

Silvela
 

Verificándose en Lhardy, es excusado decir que el almuerzo estuvo perfectamente servido.

El pueblo de Azuaga, al cual representa aquella Comisión, es uno de los de más importancia en la provincia de Badajoz, por su floreciente industria minera. Actualmente se explotan en su término algunas minas de plomo. En sus cercanías existen también importantes minas de carbón. Mayores pudieran ser su prosperidad y su importancia si tuviera todos los necesarios medios de comunicación. Cierto es que tiene ferrocarril; pero le faltan carreteras, y esta falta entorpece el desarrollo de la riqueza, como en muchos otros pueblos de España ocurre. Cuando la buena administración haya remediado los males de hoy, y aquella riqueza alcance todo el desarrollo que alcanzar puede, el pueblo de Azuaga será uno de los de más importancia en la provincia y en la región. Pruébese esto hoy mismo con decir que Azuaga tiene más importancia por su riqueza y el número de sus habitantes que el pueblo de Llerena, cabeza del distrito”.




[1] El auge del liberalismo propició en 1879 que periodistas republicanos abandonaran el diario El Imparcial, para fundar El Liberal en Madrid, que sería una referencia republicana durante la Restauración, junto con El Sol.
[2] Uno de los semanarios editados en Azuaga, asunto que abordaremos en otra crónica.
[3] Zapatero de profesión, participó en la constitución de la Asociación Socialista de Azuaga en 1910, representado a Azuaga, Berlanga, Campillo de Llerena y Fuente del Arco en el IX y XI Congreso del PSOE. Fue elegido concejal de este último partido en el ayuntamiento de Azuaga en las elecciones municipales de 1911, incorporándose a su cargo el 1 de enero de 1912. Aparte, ejerció como Regidor Síndico el 14 de enero de 1914 y actuó en calidad de alcalde en funciones en numerosas sesiones desde junio a diciembre de 1917. Concluye su actividad municipal asumiendo el 1 de enero de 1918 la alcaldía-presidencia, ejerciendo como tal hasta el 1 de abril de 1920 en que fue incapacitado por la Comisión Provincial. Además de estas actividades, fue candidato del PSOE por Castuera y Llerena en las elecciones a diputados provinciales de 1919, sin resultar elegido, y vocal por Extremadura en el Comité Nacional del PSOE en 1920.
 
[4] Alfredo Escobar y Ramírez, II Marqués de Valdeiglesias, Senador del Reino, Gentilhombre de cámara con ejercicio del Rey Alfonso XIII, nacido en Madrid el 18 de marzo de 1854 y fallecido en Madrid el 25 de septiembre de 1954.
[5] Fue ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, de Gobernación y de Marina durante el reinado de Alfonso XIII. Asimismo, fue alcalde de Madrid en dos ocasiones, en 1917 y en 1918. Fundó y dirigió el periódico La Mañana (1909), órgano del Partido Liberal Socialista propuesto en 1908 por José Ortega y Gasset.
 

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